Peleando bajo el hielo

Hace mucho que no escribo. Últimamente no recuerdo apenas nada de mis sueños. Quizá es porque duermo mejor, quizá es porque duermo menos tiempo, o quizá una época sin más. De todas maneras hace unos días tuve un sueño y, aunque recuerdo un trozo pequeño, es hora de escribir de nuevo.

Era la noche de un sábado. Estaba con unos amigos de fiesta, tomando algo a la puerta de un bar, apoyados en el coche que algún incauto dejó a nuestra disposición. Cuando más disfrutaba de la charla, apareció alguién. No sé quién era, no recuero su cara, pero de alguna manera supe que era mi archienemigo. Me dijo que ya era hora de arreglar cuentas. Yo asentí con la cabeza y emprendimos la marcha hacia el lugar del combate. Los dos íbamos impasibles, no nos mirábamos, no flaqueaban nuestras piernas. Sabíamos que esto iba a pasar.

Subimos por una cuesta muy empinada hasta lo alto de un pequeño monte. Allí habia una explanada cuadrada, como si estuviera preparada para nosotros. Por la parte contraria a donde subimos se veía toda la ciudad hacia abajo, y un enorme cielo despejado hacia arriba. Yo estaba de frente a ésta vista, mirando a mi archienemigo. Él hacia lo propio. Los dos llevábamos esperando esto mucho tiempo...

De repente se hizo de día y algo se encendió en el cielo. Era el sol, pero ardía envuelto en llamas. El sonido de la quemazón retumbaba en mis oídos. Mi archienemigo y yo nos miramos, confusos. ¿Habiamos provocado nosotros esto? No nos dió tiempo a pensarlo mucho. En un momento el sol estalló en una especie de fuego azul. Se convirtió en una bola de hielo, congelando el cielo, los edificios, e incluso el suelo bajo nuestros pies.

Corrimos cuesta abajo. Tendríamos que saldar cuentas en otro momento. Había que averiguar qué estaba pasando...

No hay comentarios:

Publicar un comentario